El estudio de la aglomeración urbana ha seguido distintos enfoques; entre ellos está el utilizado para clasificar las concentraciones urbanas por su tamaño. Éste se basa en datos que corresponden a la delimitación territorial de las fronteras político administrativas de su territorio. Las fronteras delimitan lo que en la literatura se ha llamado la ‘ciudad adecuada o área metropolitana’ que es una definición que permite comparar ciudades, como lo hacen múltiples reportes de organismos internacionales que se basan en la producción de datos nacionales como los censos y encuestas. Esta definición es también útil en razón al tema de la gobernanza: muchas instituciones, principalmente las formales, se territorializan administrativamente, como también lo hacen la entrega de programas y servicios gubernamentales. Otra forma de delimitar el territorio urbano, es por medio de la contigüidad del área urbana construida: por su mancha urbana. Esta responde a una dinámica de expansión de lo urbano que, con frecuencia y especialmente en las grandes urbes, cruza las fronteras político-administrativas. Un tercer criterio para delimitar la ciudad, se basa en un enfoque relacional, que atiende a la creciente interconexión social y económica de la dinámica metropolitana y busca definir la ciudad en términos de vinculaciones económicas, de comercio o de movilidad, como son los patrones de viajes cotidianos al trabajo (UN Data Booklet 2018:1)

En este reporte, el fenómeno urbano se aproxima bajo las tres visiones anteriores. La ciudad como área metropolitana es útil en términos de la recopilación de datos para el análisis descriptivo de procesos demográficos, sociales o económicos. Aproximar lo urbano a través de la expansión del medio construido pone de manifiesto la relevancia de atender temas de ordenamiento territorial, movilidad cotidiana o de impactos de la ciudad en el medio ambiente natural. El enfoque relacional permite desentrañar los procesos socio-económicos emergentes que vinculan distintos territorios urbanos cercanos o distantes y en distintas escalas de la jerarquía urbana nacional e internacional.

En la forma espacial de la región urbana inciden también las relaciones funcionales entre sus ciudades: flujos financieros, de mercancías o de información y viajes cotidianos a realizar alguna actividad o a acceder a algún servicio. Estas relaciones inciden en la expresión morfológica del medio construido, sus viviendas, industrias o infraestructura; y, va dando lugar a la formación de nuevas centralidades o a procesos de metropolización y de suburbanización, entre otros.

La estructura espacial de la región urbana CMCP se analizará en términos de su morfología y de sus relaciones funcionales. Forma y función son dimensiones intrínsecamente relacionadas y ambas requieren considerarse en la comprensión del fenómeno urbano en la escala regional. Su conocimiento y aplicación en la política pública y la planeación urbana se considera una contribución relevante para la integración de la región en el desarrollo social y económico.

En la materialización de esta forma espacial se expresan externalidades positivas o negativas de las tendencias de urbanización; ya sea en términos de espacios con actividades productivas competitivas y estándares altos de calidad de vida o en términos de segregación, fragmentación espacial u ocupación ilegal del suelo urbano o de sus reservas de conservación.  Un tema relevante a analizar en términos de la forma urbana son las zonas de transición entre el territorio urbano y el rural: la evolución del espacio periurbano. 

La aglomeración urbana

Más contenido de la sección

Comentarios sobre el tema: La aglomeración urbana